CRISIS DEL 2008 Y EL EFECTO DE LA INFLACIÓN
Este proceso llevó a la creación de una burbuja inmobiliaria, que derivó al poco tiempo en una crisis hipotecaria. Los primeros signos comenzaron a manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008, contagiándose primero al sistema financiero estadounidense. En septiembre de 2008, los problemas se agravaron con la bancarrota de diversas entidades financieras relacionadas con el mercado de las hipotecas inmobiliarias. El 15 de septiembre de ese año el banco de inversión Lehman Brothers se declaró en quiebra haciendo que los mercados financieros bajaran drásticamente. El mismo día, las acciones de la bolsa de Nueva York tuvieron la mayor caída de la historia, dando así comienzo a una crisis económica que se expandió con rapidez al resto del mundo, y que tuvo como consecuencia una profunda crisis de liquidez.
Cuando se inicia una crisis económica, normalmente suele existir inflación, provocada por el aumento del consumo. Esto, si no va acompañado de una subida de los salarios supone la pérdida de poder adquisitivo por parte de la población, que gastarán menos. Al gastar menos, se reducen los beneficios de las empresas, por lo que necesitan menos trabajadores y aumenta el paro. Si hay paro se reduce el poder adquisitivo, y se convierte en cíclico. Tras un tiempo, de la inflación se suele pasar a la deflación, ya que los tipos de intereses bajan para que aumente la inversión. Sin embargo, no pueden existir tipos de interés negativos, por lo que el máximo es 0. Cuando llega al máximo, se entran en tipos de interés reales positivos.
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